Día 1 ...
10 Noviembre 2016, 18:45 horas. Estamos en la A-6 intentando entrar a Madrid, con la luna en los talones, y no dejas de pensar: << con lo bien que se vive en un pueblo perdido en el monte con cuatro casas >>. Si señores, estamos llegando a la "capi", con todas sus cosas buenas, y no tan buenas. Pero en plan de "Fin de Semana Gastronómico" es demasiado tentador, y lleva fraguándose muuuuchos meses.
Después de dejar los bártulos en casa, nos decidimos a aparcar... Y ahí es cuando te da la risa. No pasa nada, hay una gran cena que lo compensará todo.
Pero lo mejor siempre esta por llegar: Google Maps te dice que hay 1 hora y 15 minutos caminando hasta "la gran cena que lo compensará todo". No hay nada como el buen ejercicio (el metro es para valientes) para abrir boca y airearse un poco :).
21:30 horas. Estamos en La Tasquería [tasca + casquería]. ¡Comienza la #casquediversión!
Javi Estévez, con más de 14 años a sus espaldas de dedicación a la cocina, es a día de hoy un emblema del panorama gastronómico madrileño. Tras pasar por las cocinas de muchos de los mejores restaurantes nacionales, se ha convertido en todo un referente en la cocina de casquería. Con La Tasquería ha conseguido situarse como Cocinero Revelación 2016 en Madrid Fusión. Con una cocina centrada en la casqueria, pero totalmente actualizada, es una parada obligatoria para "hacer de tripas corazón". Si os apetece una experiencia gastronómica diferente, pero que os recuerde a los sabores de siempre, no dejéis de ir. Yo ya estoy deseando volver a Madrid :)
Carta La Tasquería
Nunca habíamos ido, así que nos dejamos aconsejar por una amable camarera. De todas las opciones, elegimos las siguientes:
- Entrada de bienvenida. Lengua ahumada (con aceitunas aliñadas): era uno de los platos que tenía curiosidad por probar, y no me defraudó. Un clásico de La Tasquería.
- Tarro. Paté de perdiz con manzana y gelatina de oloroso: con el sabor que debe tener un buen paté. Intenso y ligero, gracias a la manzana y la gelatina de oloroso.
- Manitas de cerdo con alcachofa y cigala: para pedir un plato detrás de otro. Textura inmejorable y una salsa potente muy buena. Plato obligatorio.
- Tortilla de patata y cebolla con sesos y kokotxas: un gran descubrimiento. Es increíble lo mucho que pueden parecerse unos sesos a unas kokotxas. La tortilla en su punto, poco hecha por dentro, con una cebolla muy protagonista. Recomendable 100%.
- Riñones de conejo a la meunière con avellanas: el segundo gran descubrimiento. Vale, si nunca has probado los riñones deberías prepararte para un sabor fuerte (parecido al hígado), pero se compensa totalmente con la salsa cítrica y melosa. Las avellanas le aportan un sabor extra muy bueno. Increíble.
- Pannacotta con haba tonka y galleta: sabor a haba tonka, el justo. Textura perfecta que contrasta con el crujiente de la galleta. Muy top.
- Brownie de chocolate con crema de castañas y helado: muerte de amor por chocolate...
Los postres... Esas pequeñas creaciones que definen a un buen restaurante como eso, ¡bueno! Simplemente perfectos. Sabores y texturas de diez. Lo mejor para poner un broche de oro a una gran velada en esta fantástica tasca.
Ha sido una de las visitas más esperadas por mi parte, y desde luego, no me ha defraudado. Es un sitio perfecto para animaros a probar cosas nuevas, en un ambiente muy acogedor y cuidado. No olvidéis que en la carta también disponéis de platos menos "casqueros", para los menos atrevidos. El servicio en sala es inmejorable, son muy atentos y agradables.
Con las raciones que veis hemos cenado dos personas, además de pedir agua y vino (17 € aprox.), pagamos 74 euros en total. ¿Es económico? No, pero la calidad-precio es totalmente razonable. Volvería sin dudarlo :).
Día 3 ... (el Día 2 es demasiado intenso, la próxima semana: DiverXO)
Y por fin, después de querer arrasar con unas diez tiendas de ropa que me encontré por el camino, paramos a desayunar ¡Estamos en Mama Framboise! Tenía muchísimas ganas de pasarme por esta pastelería de lo más parisina, que al final te hace sentirte un poco en "la tierrina". Alejandro Montes, su creador, es un asturiano emigrado a Madrid para ofrecer al público lo mejor de la alta pastelería.
Sinceramente, todas y cada una de las vitrinas llenas de pastelitos, bollería y hojaldres son un espectáculo digno de ver. ¡No sabes por que decantarte! Al final nos cogimos un una mini-cheesecake, un croissant relleno de frambuesa y un macaron de yogur con frutos rojos. ¿Que si estaban buenos? Espectaculares, una pena que me quedase con gana de más, pero los precios son un poco prohibitivos (3.95€ el pastelito de la foto), es la única pega que le puedo poner, además de la sobresaturación del local. Si, para desayunar un domingo hay que hacer cola y tener paciencia con el servicio... Si preferís un ambiente un poco más relajado, el Mama Framboise de Platea estaba mucho más vacío (lo descubrimos tarde), además de contar con unas instalaciones más amplias.
Os lo recomiendo si un día os creéis merecedores de un capricho o si queréis tener un detalle con alguna persona muy especial que sepa valorarlo.
Es una obviedad, cada día que caminamos por una gran ciudad nos encontramos con nuevos restaurantes temáticos: japoneses, indios, coreanos, etc. Disponen de una carta discreta, pero suficiente para el dominio que abarcan. Muchos de estos lugares, en su mayoría coquetos, invitan a atravesar sus puertas, y nos dejamos seducir... con mayor o menor acierto. Y este es el caso de Pink Monkey.
Hace meses que oigo hablar de este bonito y llamativo local. Así que cuando aterrice el Madrid no me lo pensé dos veces, tenia que ser unos de "los elegidos". Y claro, las expectativas suelen ir acordes al ansia de curiosear y probar la carta de un restaurante de fusión asiático-peruano.
Nos dejamos aconsejar por el equipo de sala, muy amable y muy pendiente en todo momento. Así que pedimos dos bebidas y cuatro platos, tres de ellos pensados como entrantes, y uno más contundente. Tenéis el resto de la carta aquí.
Día 3 ... (el Día 2 es demasiado intenso, la próxima semana: DiverXO)
Y por fin, después de querer arrasar con unas diez tiendas de ropa que me encontré por el camino, paramos a desayunar ¡Estamos en Mama Framboise! Tenía muchísimas ganas de pasarme por esta pastelería de lo más parisina, que al final te hace sentirte un poco en "la tierrina". Alejandro Montes, su creador, es un asturiano emigrado a Madrid para ofrecer al público lo mejor de la alta pastelería.
Sinceramente, todas y cada una de las vitrinas llenas de pastelitos, bollería y hojaldres son un espectáculo digno de ver. ¡No sabes por que decantarte! Al final nos cogimos un una mini-cheesecake, un croissant relleno de frambuesa y un macaron de yogur con frutos rojos. ¿Que si estaban buenos? Espectaculares, una pena que me quedase con gana de más, pero los precios son un poco prohibitivos (3.95€ el pastelito de la foto), es la única pega que le puedo poner, además de la sobresaturación del local. Si, para desayunar un domingo hay que hacer cola y tener paciencia con el servicio... Si preferís un ambiente un poco más relajado, el Mama Framboise de Platea estaba mucho más vacío (lo descubrimos tarde), además de contar con unas instalaciones más amplias.
Os lo recomiendo si un día os creéis merecedores de un capricho o si queréis tener un detalle con alguna persona muy especial que sepa valorarlo.
Es una obviedad, cada día que caminamos por una gran ciudad nos encontramos con nuevos restaurantes temáticos: japoneses, indios, coreanos, etc. Disponen de una carta discreta, pero suficiente para el dominio que abarcan. Muchos de estos lugares, en su mayoría coquetos, invitan a atravesar sus puertas, y nos dejamos seducir... con mayor o menor acierto. Y este es el caso de Pink Monkey.
Nos dejamos aconsejar por el equipo de sala, muy amable y muy pendiente en todo momento. Así que pedimos dos bebidas y cuatro platos, tres de ellos pensados como entrantes, y uno más contundente. Tenéis el resto de la carta aquí.
- Solterito: habas, aceituna kalamata, queso latino, vinagreta de aji amarillo y cecina.
- Ceviche de corvina, jalapeños, pomelo, piña.
- Dim-sum de pollo y cangrejo con salsa XO y soja.
- Presa ibérica lacada, lemongrass y jengibre.
De todo lo que probamos me quedo con el ceviche y el dim-sum. El ceviche estaba perfecto, y el toque cítrico con la piña ha sido un grato descubrimiento. Un plato muy diferente que se agradece. Los dim-sum de cangrejo y pollo estaban en su punto, con un relleno bien conseguido, de sabor intenso. El resto de platos estaban correctos, con una buena presentación.
Si a estos platos le sumáis una limonada y un cóctel (servidos en un vaso de tamaño estándar y una copa de vino), hacen 72 euros. ¿Es caro? No, ¡carísimo! Salimos más sorprendidos por lo que pagamos que por lo que comimos. La calidad de la materia prima es buena, pero bajo mi criterio no se corresponde con la cuenta final.
Es un local que lleva alrededor de un año en funcionamiento, se nota que es el sitio de moda de la capital, estaba completo, quizá demasiado, las mesas están muy juntas y es un poco agobiante. Cuando vuelva Madrid, visitaré nuevos lugares...
¡Fin! El próximo día os cuento mi experiencia en DiverXO :)
Muy interesante, tomo nota!!
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